Cuando mi marido y yo decidimos tener un parto en casa, mi suegra insistió en que ella tenía que estar allí.

Cuando mi marido y yo decidimos tener un parto en casa, mi suegra insistió en que ella tenía que estar allí.

“Cuando mi marido y yo decidimos tener un parto en casa, mi suegra insistió en que tenía que estar allí para ‘ayudarnos’ y ‘apoyarnos’. Pensé que sería bueno tenerla cerca, así que acepté.

Sin embargo, cuando me puse de parto, noté algo extraño. Ella salía de la habitación a cada rato, mirando por encima del hombro como si tuviera algo más que hacer. Entonces, durante un descanso entre contracciones, escuché un RUIDO EXTRAÑO.

Confundida, le pedí a mi esposo que comprobara qué estaba pasando. Él asintió y salió de la habitación, pero cuando regresó, su rostro estaba pálido y sus ojos estaban muy abiertos por la incredulidad.

Resulta que mientras yo estaba de parto, mi suegra estaba…

Resulta que mientras estaba de parto, mi suegra estaba… horneando un pastel en la cocina.

Al parecer, había decidido que la mejor manera de “ayudarnos y apoyarnos” durante esta ocasión trascendental era preparar un postre para celebrar.

Había traído sus propios ingredientes, sartenes e incluso una batidora, y estaba ocupada preparando el glaseado cuando mi esposo la encontró.

Mi marido se quedó parado en la puerta, atónito, mientras ella alegremente explicaba: “Bueno, pensé que sería lindo tener un pastel casero listo para cuando nazca el bebé”.

Cuando me contó lo que estaba haciendo, no lo podía creer. Allí estaba yo, en medio de la experiencia más intensa de mi vida, y ella estaba ahí tamizando harina como si estuviéramos organizando una cena informal.

Al principio me puse furiosa. ¿Acaso no era consciente de lo estresante que ya era el parto? Pero luego, entre contracciones, empecé a reír. La situación era absurda.