El rechazo de mi esposa me enseñó una lección de autoestima que cambió mi vida
Una tarde, mientras Emma estaba haciendo recados, vio un cartel de “Se buscan nuevos empleados” en una tienda de ropa interior que siempre había admirado.
Los escaparates de la tienda estaban decorados con buen gusto y Emma se sentía cautivada por la combinación perfecta entre elegancia y comodidad de sus productos.
Le pareció la oportunidad ideal para expresar su pasión por la moda de una manera significativa.
Llena de expectativas, Emma decidió entrar y preguntar sobre el trabajo. Sin embargo, lo que sucedió dentro de la tienda fue completamente diferente a sus expectativas.
La joven que atendía el mostrador, que desprendía un inconfundible aire de superioridad, saludó a Emma con una actitud claramente despectiva.
Cuando Emma se presentó y le expresó su entusiasmo por el puesto, la empleada le dirigió una rápida mirada crítica.
La mirada de la empleada no fue nada discreta; recorrió a Emma, haciéndole sentir como si la estuvieran evaluando y encontrando deficiencias.
Entonces las palabras me golpearon con fuerza: “No eres lo suficientemente bonita para este trabajo”.
El empleado habló con una mueca de desprecio y sus palabras quedaron flotando en el ambiente como si Emma hubiera cruzado una frontera invisible. Emma, normalmente tranquila, se quedó sin palabras, luchando contra el dolor del insulto.
Al llegar, la tristeza en sus ojos me resultó inconfundible. Emma, por lo general, ocultaba sus sentimientos, pero en ese momento era evidente que estaba profundamente herida.
Mientras relataba el incidente, su voz oscilaba entre la furia y el dolor.
Escuchar su historia me llenó de rabia. ¿Cómo podía alguien menospreciar a mi esposa, una mujer de extraordinaria belleza, tanto por dentro como por fuera, a un nivel tan superficial?
Emma merecía mucho más que ese tipo de trato, y me sentí obligado a tomar medidas en lugar de permanecer pasivo.