La vida es como un tren…

La vida es como un tren…

Al principio viajamos en un vagón con mamás, papás, abuelas, abuelos, amigos de la infancia, compañeros de clase… Nos conocemos a todos. Este es nuestro vagón.

Y luego los nuestros empiezan a bajar en las estaciones. Uno tras otro. Abuelas, abuelos, mamás, amigos de la infancia… Bajan. Y gente nueva sube al vagón. Desconocidos. Desconocidos.

Y nos hacemos amigos de algunos. O conocidos. Pero el tren sigue y sigue. Y cada vez bajan más de los nuestros.

Suben más desconocidos. Buenos, interesantes, jóvenes, llenos de energía. Pero desconocidos. Tienen sus propias relaciones e intereses.

Y cuanto más avanza el tren, menos caras conocidas hay en el vagón. Y cada vez hay más desconocidos.

Si el viaje es largo, te quedas solo entre desconocidos. Todos tus compañeros se han bajado. Y es solitario viajar solo entre la gente…

Solo hay un consuelo. En la última estación, nos encontrarán los nuestros. Aquellos con quienes empezamos el viaje. Creo que sí.

Y necesitamos comunicarnos de alguna manera con los nuevos pasajeros. Ser útiles. Para que no sea tan solitario el viaje a la estación final. Donde nos esperan. Nos reciben. Y nos aman.