TRES DE NOSOTROS NOS CONVERTIMOS EN PAPÁS EL MISMO DÍA, PERO UN MENSAJE DE TEXTO LO CAMBIÓ TODO
Los tres descubrimos que íbamos a ser padres con pocos meses de diferencia. Mi esposa, Noelle, debía nacer a mediados de marzo.
La novia de Mateo, Callie, estaba esperando un bebé cualquier día. Idris y su esposo acababan de finalizar los trámites de adopción de su hijo recién nacido.
Lo que nadie previó fue que todos nuestros hijos llegaron en 24 horas: en el mismo hospital, en la misma planta, con todos nuestros compañeros en habitaciones contiguas.
Las enfermeras se reían, diciendo que nunca habían visto algo así. Incluso nos tomamos una foto en el pasillo, sosteniendo a los pequeños envueltos como burritos, todavía con nuestras chaquetas de la estación.
Todos decían que era perfecta, como de película. Pero lo que la gente no sabe es lo que pasó unas dos horas después de esa foto.
Estaba cogiendo café de la máquina expendedora cuando recibí un mensaje. Era de Callie, la novia de Mateo. Breve y conciso: «Necesito decirte algo. A solas».
Al principio, pensé que quizá estaba alterada por lo de ser madre primeriza. Pero cuando miré a Mateo a través del cristal —él estaba sentado allí acunando a su hija, totalmente ajeno a todo—, se me encogió el estómago.
Aún no he respondido. He estado aquí sentado, mirando ese mensaje, preguntándome cuánto podría arruinar una sola conversación todo lo que hemos construido.