Un cachorro perdido entró en la estación de policía y minutos después se dieron cuenta de por qué estaba allí.

Un cachorro perdido entró en la estación de policía y minutos después se dieron cuenta de por qué estaba allí.

El cachorrito entró trotando en la estación como si fuera el dueño del lugar, con las orejas colgando y la cola meneando.

Sin collar ni correa, solo unos ojos grandes y curiosos y una energía juguetona que hacía sonreír a toda la sala.

El oficial Daniels se inclinó, riendo. «Bueno, hola, amigo. ¿Te perdiste?»

El cachorro respondió saltando sobre la mesa y golpeando con sus patas la cara del oficial, lo que provocó una ronda de risas de los otros policías.

Pero entonces, algo cambió.

Uno de los oficiales agarró una radio y se puso serio. «Revisen los informes que faltan», dijo.

Unos minutos después, la habitación quedó en silencio.

Porque este cachorro no estaba simplemente perdido.

Los había conducido directamente a algo que nunca esperaban.

El cachorro, un pequeño y desaliñado mestizo de terrier con una mancha blanca sobre un ojo, no dejaba de tirar de la pernera del pantalón del agente Daniels, gimiendo suavemente.

No era el gemido juguetón de un perro que busca atención; era urgente, casi desesperado.